El órgano en sus primeros siglos
Según las referencias conservadas de autores como Filón de Bizancio, Ateneo o Vitrubio, el órgano fue inventado en el Egipto helenizado del tercer siglo antes de Cristo por Ktesibio de Alejandría. Este instrumento fue llamado hydraulos, término compuesto por las palabras griegas hydros (agua) y aulos (instrumento de viento). Nos cuenta Vitrubio que Ktesibio comenzó a demostrar su ingenio ideando curiosos mecanismos en el taller de peluquería de su padre. Al parecer la propia esposa de Ktesibio, Thais, aprendió a manejar el nuevo instrumento, convirtiéndose así en la primera organista de la historia.
Después de Ktseibio, la primera referencia musical sobre el hydraulos la encontramos en una larga inscripción encontrada en Delfos y datada en el año 90 antes de Cristo. Allí se nos da noticia del primer concurso de órgano de la historia, en el que después de dos días de competición fue proclamado vencedor el virtuoso cretense Antípatros de Eleuternas.
No sabemos exactamente en qué momento el hidraulus llega a Roma. Su existencia y funcionamiento ya eran conocidos en la ciudad del Tíber en el siglo I antes de Cristo, a juzgar por algunas referencias en Lucrecio y en el poema Etna, atribuido a Virgilio. Del primer siglo de la era cristiana datan varias alusiones de Séneca y Plinio el Viejo.
Tenemos pruebas más claras de su presencia en Roma a partir de mediados del siglo I. Suetonio nos informa de la gran afición del emperador Nerón por la música en general y por el hidraulus en particular. Poseía una colección ejemplares de un tipo nuevo y desconocido de hidraulus (organa hydraulica novi et ignoti generis) que gustaba exhibir tras las reuniones con sus consejeros. Por referencias indirectas podemos deducir que en el año 68 este nuevo tipo de hidraulus todavía no había sido presentado al público. Muy posiblemente pudieron ser adquiridos por Nerón durante el viaje que había realizado a Grecia el año anterior.
Junto al uso del hidraulos en los grandes teatros testimoniado por el poema Etna, y el uso doméstico en los ámbitos de la alta sociedad, su presencia en las luchas de gladiadores está testimoniada modo indirecto por Petronio en su Satiricon, cuando para describir los movimientos de un mayordomo cortando las viandas al ritmo de la música lo compara con un esedario luchando al son del hidraulus (ut putares essedarium hydraule cantante pugnare).
De modo que en el Imperio Romano el órgano hidráulico se usaba en las fiestas, en el teatro y en el circo. Algunas representaciones iconográficas sugieren que también era conocido en casas de gente adinerada. El órgano hidráulico, con tubos de bronce y de poderosa sonoridad, era adecuado para grandes espacios y al aire libre, pero seguramente de difícil manejo.
En el siglo II comenzamos a tener noticias de órganos de fuelle (no hidráulicos). Julio Pollux establece una clara distinción entre el órgano hidráulico y el neumático:
En contraste, el aulos tirreno (nombre con que designa al órgano, tanto hidráulico como neumático)tiene la apariencia de una siringa invertida. Sus tubos son de bronce, y recibe el suministro de aire desde un fuelle. El más pequeño de estos instrumentos es alimentado por fuelles; mientras que en el de mayor tamaño una corriente de aire es producida por el agua empujada hacia arriba. Este segundo instrumento tiene la capacidad de producir varias notas (πολύφωνός), y el sonido de sus tubos de bronce es más “audaz” (ίταμώτερον).
Los pueblos bárbaros que se hicieron con el poder después de caer el imperio occidental no parecían demostrar inicialmente mucho interés por la música. En el año 454 el obispo Sidonio Apolinario elogia al rey ostrogodo Teodorico el Grande por la sencillez de sus costumbres: En su mesa los platos son similares a los de cualquier otro ciudadano, y no se escuchan instrumentos musicales durante las comidas las estancias nunca resuenan con los órganos hidráulicos.
Cincuenta años más tarde la sensibilidad de Teodorico parece haberse refinado. En 507 escribe a Boecio, su magister officiorum, expresando su admiración ante el funcionamiento del hidraulus. Poco más tarde se dirige al pueblo romano:
Es nuestro más profundo deseo que permanezcáis fieles a la enseñanza de vuestros ancestros, para que bajo nuestras leyes podáis continuar mejorando sobre la maravillosa herencia que habéis poseído desde los tiempos antiguos. Es costumbre entre vosotros llenar todo el aire con maravillosos sonidos (…) vuestras voces son más dulces incluso que las del órgano (…)
En el siglo VI la misteriosa función del agua en el hidraulus sigue atrayendo a las mentes inquietas, como lo atestiguan las observaciones del griego Simplicio de Silicia. La última mención al hidraulus en el ámbito romano es de Marciano Capella, en Las nupcias de Mercurio y Filología.
Durante las invasiones bárbaras, el órgano fue decayendo en las regiones latinas, mientras continuaba prosperando en la corte oriental de Bizancio. Ejemplo de ello es el órgano representado en un bajorrelieve del obelisco de Teodosio en Constantinopla. A pesar de su solemnidad, era considerado un instrumento profano, y por eso no fue aceptado por la Iglesia en sus celebraciones. Esta concepción todavía perdura en las iglesias cristianas orientales.